El turrón es el dulce español más internacional que pueda existir. Con base de almendra, miel y azúcar, sus orígenes se remontan al pueblo árabe que tenía una gran afición por consumir dulces durante las celebraciones religiosas. De los árabes pasó a los pueblos europeos, convirtiéndose en una auténtica tradición del cristianismo, especialmente durante las fiestas navideñas.
Hoy en día, los turrones suponen el 74% del consumo de dulces navideños, según datos de la Asociación Española de Turrones y Mazapanes.
Unos 46 millones de kilos de turrones se consumen en España cada año. ¿Cuán sanos son?
Las almendras conforman un alimento importante en la dieta mediterránea gracias a su elevado valor nutritivo. Para empezar, son altas en proteínas (18%) o fibra (10%).
Aparte de proteínas (por el huevo y la almendra), el turrón contiene 7 de los 9 aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita, ácidos grasos esenciales (la mayoría insaturados) similares a los que aporta el aceite de oliva, hidratos de carbono (gracias al azúcar y la miel) y un alto valor vitamínico (vitaminas A, E, B1, B2…).
Gracias a la almendra, también obtenemos minerales (magnesio, hierro, potasio). Además, no olvidemos que la almendra por sí misma nos aporta un gran valor energético y bajo contenido en azúcares.